Creo que no van por ahí los tiros (me refiero a la pegatina).
Según recuerdo, basicamente es para evitar
más denuncias en los juzgados por no avisar, ya que estos coches tienen más posibilidades de volcar que un turismo por su elevado centro de gravedad.
La gente los conduce como si no fuera así, y como dices, luego viene el susto.
Si miras el manual del KJ, en la sección del control de velocidad (en inglés Cruise Control, que no se traduce como control de velocidad sino de "crucero"

) dice algo así como que
no es un sistema que permita abandonar la conducción -lo digo de memoria. Esto se debe a una denuncia interpuesta hace unos años por el propietario de una autocaravana que, después de activar el cruise control se fué a la parte trasera a preparar un café. Evidentemente, cuando llegó a la primera curva se la comió.
Vale, pues este señor denunció al fabricante y al concesionario, y aunque no ganó el juicio porque llegaron a la conclusión de que malinterpretó las instrucciones al pensar que se trataba de un piloto automático, consiguió que los fabricantes incluyan en sus manuales todas las indicaciones posibles en las que viene a decir algo así como "no seas g********s y quédate en tu sitio que el que conduce eres tu y no los duendes del motor".
En USA acostumbran a denunciar por todo a ver si cuela, y las compañias tienen que mirarlo todo con lupa para que no les salga más caro el collar que el perro.
Los vasos de café de los McDonald's fueron los primeros en decir que, si te lo tiras encima te vas a quemas:
Stella Liebeck tenía 79 años cuando se encontraba en el asiento del copiloto de su Ford Probe, mientras su nieto conducía hacia la entrada de uno de los restaurantes de la cadena de comida rápida McDonalds en Nuevo México. Él realizó una maniobra con el coche de modo tal que Stella pudiera agregar crema y azúcar a su café. Ella puso la taza entre sus piernas y levantó la tapa ligeramente.
En ese punto, derramó todo el contenido del envase sobre sus rodillas. Su pantalón de algodón absorbió el café, manteniéndolo contra su piel por más de un minuto y medio.
El líquido hirviente escaldó sus muslos, nalgas e ingle. Una vez en el hospital, se determinó que había sufrido quemaduras de tercer grado en un 6% de su piel y quemaduras menores en otro 16%. Se mantuvo internada por ocho días y se sometió a una serie de injertos de piel.
Durante ese tiempo perdió el 20% de su peso corporal, reduciéndolo hasta 83 libras, lo que degeneró en otros dos años adicionales de tratamiento.
Persiguiendo un caso por productos defectuosos, Liebeck buscó un arreglo de $20,000 para cubrir los gastos del hospital, que realmente equivalían a $11,000. McDonalds ofreció sólo $800. Luego de que esta cadena rechazara la oferta de Liebeck, ella buscó la ayuda del abogado Morgan Reed, quien elaboró un caso en contra de McDonalds acusándolos de “enormemente negligentes” a la hora de preparar un producto que era “inaceptablemente peligroso” y “elaborado defectuosamente”.
Reed propuso un arreglo económico de $90,000, que McDonalds rechazó inmediatamente. Luego les hizo otra oferta de $300,000, seguida de la de un mediador que recomendaba $225,000. McDonalds volvió a rechazarlas y el caso pasó a juicio.
En éste, Reed sostuvo que McDonalds servía el café a temperaturas entre 180 y 190 grados Fahrenheit. A este nivel, esta bebida podría causar quemaduras de tercer grado en menos de diez segundos. Reed también reveló durante el proceso que entre 1982 y 1992, McDonalds recibió cerca de 700 quejas de gente que sufría quemaduras con el café, y que hasta el momento había desembolsado más de $500,000 en casos de escaldaduras por ello.
Al final, se determinó que Liebeck recibiera casi $600,000 por daños punitivos y compensatorios.